Tu cuerpo entero, de extremo a extremo del ala, no es más que tu propio pensamiento, en una forma que puedes ver. Rompe las cadenas de tu pensamiento, y romperás también las cadenas de tu cuerpo. By Richard Bach en "Juan Salvador Gaviota".



lunes, 10 de diciembre de 2012

La clase

Una película-documental indispensable. Es la crónica de la vida en una clase donde quinceañeros de un barrio marginal de París se relacionan todos los días con sus profesores. Éstos pelean diariamente por conservar la pasión por educar a sus alumnos: una banda de 25 adolescentes que no han escogido permanecer juntos, no obstante, tendrán que trabajar durante un curso entero entre cuatro paredes. El caos del sistema educativo, la ausencia de sentimiento de pertenencia a su propio país, la inmigración, son factores combinados con una fase de aprendizaje de la democracia a pequeña escala. El film intenta mostrar que los institutos son sitios donde entran en juego temas de desigualdad o igualdad de oportunidades, de empleo y de autoridad, de marginación, de integración social y cultural.

Lo que sin duda me ha mantenido cautiva durante todo el film es el personaje de François. Pasa de un extremo a otro, de tener feeling con sus alumnos a llegar a la impotencia en tan sólo un segundo. Resulta extraño encontrar profesores que se arriesguen tanto como él durante sus clases. Normalmente no se arriesgan a tropezar, a hundirse. Resulta más viable impartir unos conocimientos a través de una clase magistral que tratar de hacerles partícipes a cada uno de los alumnos sin que éstos lo noten. Para ello es necesario abundante sangre fría. El momento en el que un profesor dialoga con sus alumnos como si de adultos se tratara, puede ser una tarea extremadamente dura, no obstante, es una manera de considerar que tienen un papel vivo en el aula. La metodología empleada por François es sin lugar a dudas respetable porque trata a sus aprendices como interlocutores útiles. A menudo critica a sus alumnos y a veces  hasta les da donde más les duele, no obstante, son empujados por él para llegar más lejos de lo que están. Si hablamos de democracia en una clase, sin dudar es en la de François. Nos encontramos ante un hombre dialogante, con un gran poder de improvisación para hacer que estos jóvenes se encuentren a gusto y participen en igualdad de condiciones, sin embargo, en algunas ocasiones topa con el rechazo, la insubordinación, la insolencia y en ocasiones la rebelión. Su inquietud por no querer aislar a nadie y a la vez conservar la disciplina es un reto constante capaz de frustrar hasta al más experimentado, o incluso llegar a crear una reacción en un momento inoportuno con graves resultados.

François era feliz en una clase con veinte cinco adolescentes tratando siempre de hacerles reflexionar con él, casi como iguales. Dentro del aula, la capacidad intelectual está en juego constantemente, y en los malentendidos y los conflictos también. Apostar por el intelecto atañe la forma particular y nada ortodoxa en la que François desempeña su trabajo. No se intentaba hacer pasar a éste como un superhéroe, sino enseñar que, en el momento en que uno se arriesga, es posible que las cosas salgan mal, pueden surgir malentendidos. En las disputas, no gana siempre el profesor. Puede proponer preguntas y poner a sus alumnos en una situación incómoda, no obstante éstos pueden también plantearle preguntas complicadas. Como ejemplo, el momento en el que François responde que la disimilitud entre la lengua escrita y la hablada radica en la intuición. Carece de argumentos, los alumnos le preguntan y tiene que responder. La secuencia en la que Souleymane le pregunta abiertamente si es homosexual, la gran mayoría de los profesores evitaría este tipo de preguntas o incluso llegarían a sancionarle. No obstante, François disfruta con situaciones similares porque puede obtener algo positivo de ellas y arremeter contra el arcaísmo del aprendiz. Es una especie de pacto de igual a igual: contigo me meto, no obstante dejo que me sueltes sarcasmos o que me llames marica.

El film ofrece un contrapunto mostrando lo que sucede en la sala de profesores, lugar en el que la motivación, el desaliento o el fracaso puede observarse muy a menudo.

Profesores y alumnos disputaron un partido de fútbol el último día de curso. Más que un intento de apaciguamiento, es una demostración de que se ha conseguido el propósito del plan escolar: hallar modos de convivencia, y comprender cómo acoplar sus piezas en el puzzle social.

El film no trata de resguardar a unos y asaltar a otros. Todos pueden ser delicados y deslumbrantes, con instantes de humor y de ruindad, de lucidez o de invidencia, de entendimiento o de injusticia. El film transmite un comunicado positivo porque admite que la escuela es en numerables ocasiones un caos total. Se suceden instantes de abatimiento, sin olvidar también instantes de alegría. Y de este enorme alboroto brota suficiente inteligencia.

Conceder atención a lo que ocurre en la clase posibilita realizar un juicio apropiado y a largo plazo sobre el porvenir de un estado, algo que los jefes de estado suelen desatender ya que los frutos del sacrificio no son inminentes. Hacer frente a la cuestionada educación vigente es una labor pendiente y esencial, y más aún en época de vacas flacas.

1 comentario:

  1. Y sobre todo, la complejidad... los rostros de perplejidad, de angustia, de alegría. La esperanza incipiente de Suleyman, la cara de su madre que no sabe frances, el ruego de la alumna herida cuando le informá de las consecuencias, los cuchicheos y burlas de los compañeros y de las alumnas, la cara del director que tiene que rellenar el informe... Ante la complejidad no hay una solución, sino la búsqueda de caminos que nos puedan llevar a dónde deseamos.

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